jueves, 17 de abril de 2014

Lisencefalia y síndromes asociados

Se conoce como lisencefalia a una falla en el desarrollo del cerebro caracterizado por una superficie lisa de la corteza cerebral, asociada también con su engrosamiento y con malformaciones como microcefalia y anormalidades en los riñones, corazón, sistema digestivo y otros órganos. Como consecuencia de esta condición, los portadores son afectados por retraso mental. La lisencefalia está estrechamente ligada con el síndrome de Walker-Warburg y el síndrome Fukuyama, entro otros, aunque también puede manifestarse independientemente de estos trastornos.


Lisencefalia y síndromes asociados






















La lisencefalia se encuentra dentro de los llamados “trastornos encefálicos”, que son condiciones congénitas causadas por el desarrollo anormal o por daños en el sistema nervioso de gemación o germinación.
Existen múltiples factores que pueden provocar esta serie de dolencias, aunque la mayoría de ellos tienen su origen en alteraciones sucedidas en las primeras etapas del desarrollo del sistema nervioso fetal. Entre las distintas causas podemos encontrar factores hereditarios, genéticos y causas externas como infecciones sufridas por la madre, radiaciones nocivas o medicamentos.
Existen también algunas manifestaciones que resultan de la unión prematura de las suturas craneales. 


Para un a mejor comprensión de los mecanismos involucrados en la formación cerebral y las fallas que provocan los trastornos encefálicos es necesario adentrarse en los procesos de desarrollo embrionario. Dentro de las primeras etapas de formación, el sistema nervioso experimenta toda una serie de evoluciones, partiendo de una pequeña capa de células en la superficie del embrión y que dará origen al tubo neural, un revestimiento que a la cuarta semana de embarazo se cierra para dar forma al cerebro y a la médula espinal.
Cualquier anomalía a partir de estos procesos puede desencadenar una serie de daños al sistema nervioso en desarrollo, generando trastornos crónicos, discapacidades en distintos grados y hasta la muerte.

Tipos de trastornos encefálicos
Antes de profundizar en la lisencefalia, exponemos algunos de los trastornos encefálicos más conocidos para generar un marco de referencias que ayude a comprender esta dolencia y los síndromes que pueden generarse a partir de ella.
Microcefalia: este trastorno puede ser congénito o generarse durante los primeros años de vida y sus causas pueden deberse a una amplia variedad de condiciones. Como característica básica presenta una circunferencia de la cabeza notoriamente más pequeña que el promedio de edad. Como consecuencia de este trastorno, la cabeza de los niños afectados deja de crecer mientras que la cara continúa su desarrollo, evidenciando una frente en retroceso y cuero cabelludo blando y arrugado. También pueden presentarse enanismo y peso insuficiente, consecuencias graves en el desarrollo de las funciones motrices y del habla, hiperactividad y el retraso mental y  convulsiones.
Microencefalia: estrechamente relacionado con la microcefalia, en este trastorno se presenta un  cerebro pequeño que puede ser causado por problemas en la proliferación de las células nerviosas, aunque también existen causas ligadas a causas externas como alcoholismo, diabetes, sarampión o factores genéticos. Los portadores de esta condición se ven seriamente afectados por daños neurológicos, convulsiones y problemas motores en la vida adulta.
Macrocefalia: en forma opuesta, en este caso la circunferencia de la cabeza es más grande que el promedio de edad. Las causas varían entre factores hereditarios, un cerebro agrandado o hidrocefalia. Algunas formas de macrocefalia están relacionadas con una condición descriptiva más que un trastorno y otras puede estar ligadas al aumento de la presión intercraneal, sangrado intracraneal, Enfermedad de Canavan, Síndrome de Hurler, Síndrome de Morquio, retraso mental, enanismo, neurofibromatosis y la esclerosis tuberosa.
Megaloencefalia o macroencefalia: con una leve mayor incidencia en niñas, presenta un cerebro de grandes dimensiones, pesado y con mal funcionamiento, en muchos casos debido a problemas en la regulación de la reproducción o proliferación de las células. Como consecuencia se manifiesta un cuadro que puede incluir retraso en el desarrollo, trastornos convulsivos, disfunciones corticoespinales  y convulsiones.
Más allá de estos tipos de trastornos encefálicos, existen otras variedades, como la anencefalia (ausencia de una parte importante del cerebro, el cráneo y del cuero cabelludo), que en la mayoría de los casos revisten mayor gravedad y tienen menor incidencia.

Lisencefalia:
causas, descripción general y diagnóstico
En el caso de la lisencefalia (literalmente significa “cerebro liso”), se trata de un trastorno en la formación del cerebro que reúne como rasgos principales la microcefalia y ausencia de las circunvoluciones (pliegues) normales del cerebro. A diferencia de la superficie de un cerebro normal, formada por una red de pliegues (circunvoluciones) y surcos, el cerebro de los niños con esta dolencia carece de pliegues o sólo se formaron en parte, volviendo lisa la superficie del cerebro.
Existen tres variedades de lisencefalia; la tipo I: donde generalmente pueden distinguirse las cuatro capas celulares en la corteza cerebral con afectación escasa o nula del cerebro. La tipo II, más severa, donde la corteza cerebral se encuentra muy desestructurada, con insuficiente desarrollo de las circunvoluciones cerebrales, y la corteza gruesa y mal definida. El tipo II está asociado con alteraciones musculares, hidrocefalia y encefalocele en diferentes grados. Y la tipo III, o de tipo cerebrocerebeloso, que se presenta sin configuración en ocho, pero con microcefalia, una cortical engrosada, ventrículos dilatados e hipoplasia del cerebelo y tronco del encéfalo.
La causa de esta anomalía reside en una migración neuronal defectuosa, es decir, una falla el proceso por el cual las células nerviosas se transportan desde el lugar de origen a su localización permanente para el desarrollo completo del cerebro.
Dentro de los síntomas y características generales se encuentran: deformaciones faciales, dificultad para tragar, retraso psicomotor severo, y en menor porcentaje anomalías en las manos, dedos de manos y pies, espasmos musculares y convulsiones.
Se han registrado diversas causas para este trastorno en las etapas iniciales de formación intrauterina, entre las que se destacan las infecciones virales intrauterinas, escaso fluido de sangre al cerebro o trastornos genéticos asociados al cromosoma X y al cromosoma 17.
El diagnóstico de lisencefalia se confirma generalmente por ultrasonido, tomografía computarizada o resonancia magnética durante el embarazo o poco después del nacimiento.
El pronóstico para los niños con esta condición depende del grado de malformación del cerebro, de igual modo la esperanza de vida (muchos niños mueren antes de los dos años, en la mayoría de los casos por problemas respiratorios).
Existen pacientes que no muestran ningún desarrollo cognitivo significativo más allá de la edad de 3 a 5 meses y otros pueden alcanzar un desarrollo casi normal.
El tratamiento es sintomático y también esta sujeto a la gravedad y de la ubicación de las anomalías del cerebro.
Si la lisencefalia trae aparejada hidrocefalia puede ser necesario realizar un “Shunt” o sonda de derivación, también pueden implementarse tubos de alimentación en caso de que no sea posible una alimentación normal. En cuanto a posibles convulsiones, existen tratamientos de medicamentos específicos.
La lisencefalia puede estar asociada con otro conjunto de enfermedades, de hecho se han descrito más de veinte síndromes con esta dolencia, entre ellos el síndrome de Molinero-Dieker, Síndrome de Fukuyama, Enfermedad músculo-ojo-cerebro y el síndrome de Walker-Warburg. A continuación describimos algunas de estas enfermedades y síndromes asociados.

Distrofia muscular congénita tipo Fukuyama
La denominación “distrofia muscular congénita” corresponde a dos diferentes enfermedades que se relacionan por tener síntomas casi idénticos, aunque un origen genético diferente. Una se conoce como distrofia muscular congénita tipo clásica y la otra se conoce como distrofia muscular congénita tipo Fukuyama o Síndrome de Fukuyama y que puede presentarse con lisencefalia.
La distrofia muscular congénita tipo Fukuyama fue de las primeras distrofias en identificarse en 1960 en Japón, siendo la segunda distrofia muscular infantil, con una incidencia de 7-12 casos por 100.000 niños.
Los síntomas de ambas enfermedades se presentan desde el nacimiento o durante los primeros seis meses de vida. En algunas ocasiones, a pesar de ello, el diagnóstico suele establecerse con mucha demora. Entre las características básicas se encuentran: hipotonia (flacidez muscular), pobre control de la cabeza, debilidad muscular, desarrollo motor retrasado, contracturas en tobillos, caderas, rodillas y codos. También es común que en el momento de nacer, las caderas del bebé pudieran estar dislocadas.
En el caso de las contracturas pueden variar entre severas y leves, pudiendo también afectar varias articulaciones a la vez, hasta el punto de que los niños no llegan a poder caminar y su grado de desarrollo motor, salvo raras excepciones, sólo les permite la reptación. También está asociada a un retraso mental profundo, y crisis epilépticas hasta en el 50% de los casos que complican todavía más la evolución.
Esta enfermedad presenta varios misterios, ya que se desconocen tanto su causa como el mecanismo subyacente de desarrollo; aunque existen suposiciones que la atribuyen a un déficit primario de merosina o a una alteración primaria de la lámina basal.
Como en la mayoría de los casos ligados a lisencefalia, el pronóstico es muy reservado, la mayoría de los pacientes no superan la adolescencia.

Síndrome de Walker-Walburg
Se trata de una enfermedad congénita del desarrollo, de muy baja incidencia y de tipo hereditario. Suele tener un predominio en los varones y reúne las siguientes características además de lisencefalia: hidrocefalia, displasia retiniana y encefalocele.
Este conjunto puede estar acompañado por ojos anormalmente pequeños y separados, mandíbula anormalmente pequeña y malformaciones múltiples cerebrales: arrinencefalia (ausencia de bulbos olfatorios), desarrollo escaso de las circunvoluciones cerebrales, ausencia y/o desarrollo incompleto o defectuoso del cuerpo calloso, fusión de hemisferios, hipoplasia de vérmix cerebeloso, dilatación de ventrículos cerebrales, anomalía de Dandy Walker (hidrocefalia, acumulación de líquido en el encéfalo, por atresia, oclusión de una abertura natural, congénita de los agujeros de Magendi y de Luschka), neuronas heterotópicas (desplazamiento congénito de un órgano o tejido), escasa mielinización y proliferación glial y vascular; anomalías oculares severas. También suelen presentar cuadros de convulsiones, contracturas articulares y retraso mental grave. En menor caso se manifiestan labio leporino, paladar hendido, glaucoma, oreja muy pequeña, micropene, testículos no descendentes al escroto, acumulación anormal de orina en los riñones.
Lamentablemente la esperanza de vida es muy pobre, la mayoría de los niños afectados mueren antes de los tres meses de vida y algunos sobreviven al año.

Síndrome de Miller-Dieker
Es una enfermedad congénita del desarrollo del sistema nervioso central, hereditaria y también relacionada con una mutación en el cromosoma 17. Se caracteriza por presentar una lisencefalia tipo I, asociada a dismorfias faciales como hundimiento bitemporal y mandíbula pequeña.
El síndrome de Miller Dieker fue descrito por primera vez en el año 1963. Se desconoce su incidencia exacta por lo que se estima una incidencia común a todas las lisencefalias, es decir  alrededor de 1/100.000 recién nacidos.
Su origen se establece en una mutación en el cromosoma 17 p. 13.3 específicamente el gen LIS1, responsable de un espectro de enfermedades que involucran la migración neuronal y que en su máximo defecto genera esta patología. Esta mutación puede generarse en forma espontánea o secundaria a una traslocación críptica de los padres, existiendo en este último caso alto riesgo de transmisión.
La consecuencia más grave de esta enfermedad es el desarrollo incompleto del cerebro generado por un trastorno en la migración y proliferación neuronal que provoca un retardo mental severo, hipotonía, trastorno de la deglución, epilepsia grave y crecimiento deficiente. En cuanto a las malformaciones craneofaciales se destacan microcefalia, estrechamiento bitemporal, pliegues verticales en el centro de la frente al llorar, narinas evertidas, micrognatia y labio superior fino.
Los niños portadores de este síndrome evolucionan con pocas expectativas debido a su retraso mental severo y a las convulsiones, responsables de una mortalidad temprana a causa de infecciones pulmonares.
Si bien la lisencefalia es una enfermedad muy grave, asociada a condiciones muy complejas, los conocimientos médicos y los avances científico/ tecnológicos están logrando grandes adelantos en el procesamiento de imágenes neurológicas y el campo del estudio genético, brindando una mayor información sobre los trastornos relacionados con la migración celular. A partir de aquí podemos esperar que en un futuro sea posible lograr una más eficaz prevención y nuevos tratamientos para mejorar la calidad de vida de estos niños cuya realidad no suele trascender ni ser atendida especialmente por las políticas ligadas a la salud o las campañas especializadas.


Fuentes :
- Pericia médica en un caso de lisencefalia/ Mabel Breglia.
- Soc. de Pedagogía Argentina.

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